No. No soy la única que ha tenido una infancia dura, difícil y jodida. Que la despidieron de un trabajo, que tuvo un cáncer, que perdió un novio en un accidente o a un padre de un infarto.
Que no, que no soy la única a la que una amiga ha traicionado, que le han puesto los cuernos, que los ha puesto ella, que ha perdido el control, que ha deseado vengarse.
Que ha tropezado cien veces con la misma piedra, que ha deseado la vida de los otros, que ha sentido ira, asco y rabia. Que se ha sentido sola rodeada de gente, que se ha sentido acompañada estando sola.
No soy la única que tiene miedo y deja que ese miedo la defina disfrazado de excusa. Que ha reclamado a gritos por dentro AMOR. Amor de madre, de hijo y de espíritu santo. Amor a saco, a espuertas, a toneladas, a granel, a borbotones…amor que yo, probablemente, no he sabido dar.
No, no soy la única que ha ido de víctima y se ha sentido, sin querer reconocerlo, cómoda en ese papel que solo yo me di, porque en el victimismo estaba la clave para que los demás me quisieran. Pobre ilusa, todavía no sabia que nadie va a darte lo que tú misma no te das.
No, no soy la única que se monta historias terribles que nunca sucederán y que la impide disfrutar de lo que SI está pasando. Que se ha sentado a esperar a que las cosas cambien mientras desperdicia la energía en quejarse de su mala suerte porque las cosas no cambian. Que ha ido de tía dura, porque yo soy-muy-lista-y-a-mi-nadie me-la-pega, y la guantá sin manos se escuchó en San Petersburgo.
Que ha perdido a personas por miedo a perderlas. Que ha hecho el más espantoso de los ridículos por amor, que ha querido mucho, que ha querido bien, que ha querido mal.
No, no soy la única que fue a por lana y salió trasquilada. Que se ha hecho trampas para no ver una realidad que no quería aceptar. Que no ha llegado a la meta y al llegar se ha dado cuenta que no era para tanto y se ha preguntado ¿y ahora qué?
Que no, que no soy la única que sueña con sueños por cumplir, que ha aprendido a quererse cada día más y más bonito. Que ya no busca príncipes que la salven del ogro, porque ella sola lo venció. Que aprende lecciones, que reescribe caminos que anduvo y no la llevaron a ninguna parte. Que cada día separa mejor el grano de la paja, que sabe que lo importante es lo que para ella es importante. Que cada vez ignora con más estilo a esas voces que le dicen "no lo conseguirás" "no lo hagas" "estás loca" y va y lo hace.
Que ya no quiere sentar la cabeza, ni los pies.
No, no soy la única, que fue todo y se sintió nada. No, no soy la única que es única.
Gracias por leerme y compartir, espartan@
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