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Cambio de armario



Se acerca el otoño y hay que ir pensando en renovar nuestro armario. Y tal vez también sería un buen momento para hacer cambios en nuestro armario mental, en tu entorno. Prestar atención en si lo que tienes es lo que quieres y mereces, y si no es así, empezar a sacar lo que ya no te cabe, lo que se quedó antiguo y huele a naftalina, eso qué pensaste que sería de calidad y te duraría toda la vida y no aguanto ni tres lavados. Lo que te tira de la sisa y te destiñe, lo que pica, lo que rasca, lo que en su día tuvo un valor pero quedó para saldo…

Deshacerte de lo que hace mucho tiempo que ya no te pones y solo sirve para ocupar espacio, acumular polvo y restarte sitio para lo valioso.

Llenarlo con todo lo que no te encoge, lo que es de tu talla, lo que nunca pasa de moda y huele a limpio.



Es importante tener un buen fondo de armario con esas personas maravillosas que siempre te sacan de un apuro, que están ahí siempre que las necesitas, que te las pones y te sientan como un guante, que saben sacarte brillo.

Esas con las que siempre andas porque son las que nunca fallan y ¡combinan tan bien con tu vida!...

Y tendrás que cuidarlas, para que sigan dando lo mejor de sí mismas, coserlas cuando la vida les haga un roto y tratarlas con mimo y cariño. Porque probablemente no serán muchas, pero serán las mejores.

Y conviene no olvidar poner orden en esos cajones llenos de cosas y responsabilidades que nos pone un nudo en el estómago y una lágrima en el ojo cada vez que los abrimos.

Ese cajón que apesta, como esa patata que cayó al fondo del armario y empezó a arrugarse y echar raíces, hasta que por fin, descubres de dónde venia ese olor nauseabundo.

Y encuentras esos síes que quieren ser noes, ese trabajo que hace tanto que dejó de hacerte feliz que ya ni te acuerdas, el silencio que quiere ser grito, ese sitio que ya no es tu sitio, el amor propio que perdiste alguna vez traicionando tus creencias solo para sentirte aceptada, las canciones que ya solo cantas en tu cabeza, el movimiento de pies sentada en tu silla que quieren ser bailes.

Revisa cuánto espacio dedicas a lo que te sobra y cuánto a anhelar lo que te falta, reorganiza tus prioridades, pero las tuyas, no las que intuyes que otros esperan de ti.

Llena tus estanterías de personas amables, de proyectos, de risas, de ilusión, de amor a cascoporro.

Sí. Porque rodearte de cosas y personas que hacen más bonita tu vida, le da valor. El que tú tienes.

Gracias por leerme y compartir. Anímate a dejar un comentario. :-)



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